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Los growshops ya llegaron a la región: un fenómeno que se desprende de la aceptación del cannabis

Las tiendas para el consumo del fumador se manejan entre márgenes legales y cada vez son más. Mientras la marihuana deja de ser tabú, los consumidores ya no tienen que atravesar ciudades para la práctica.

Ilegal en las leyes pero legítimo en la práctica, la marihuana cada año cobra mayor aceptación en la sociedad. Los growshops, tiendas especializadas tanto para el cultivo como para el consumo de cannabis, aparecen cada vez más visibles entre los barrios de la región y ya ningún fumador tiene que emprender un viaje lejano para conseguir los productos.

“Todo lo que se venden en los growshops son productos legales, ninguno vende marihuana o semillas. Sí se consiguen fertilizantes o elementos para el cultivo libremente, lo cual está buenísimo porque la gente compra sin miedo y permite que los consumidores sin informen de lo que compran sin ningún tabú de por medio”, explicó Iara de Raza Growshop, quienes venden a través de las redes sociales.

Pipas, papelillos, filtros y picadores son algunos de los productos más comprados en los growshop. Años atrás, recordó Iara, “quizá se podían conseguir en kioscos grandes de shopping o estaciones de servicio”. Y agregó: “Hoy en día es más fácil el acceso a cualquier producto para el cannabis. Ante igual tampoco era tan normal el ir y comprar los accesorios, más que nada por vergüenza o el peso de la mirada del otro. Eso ahora cambió”.

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La fenómeno de los growshops viene acompañado de la creciente aceptación del cannabis entre la gente. Para Xavier, uno de los socios de OG Growshop, “el cambio cultural vino porque los jóvenes tienen menos miedo o mejor trato con el cannabis”. Y también apuntó: “Además, todo el trato que se la da al cannabis en torno a lo medicinal hace que cada tanto aparezcan personas mayores a preguntar por cremas o aceites”.

En su local, ubicado en Dardo Rocha 322, Monte Grande, recibe reiteradas consultas de gente grande que busca en el cannabis una solución medicinal. Sin embargo, “no recomiendo comprarlos”. Y explicó: “A veces ese tipo de productos no se mandan analizar ni se conoce qué contiene. A los que vienen al local les suelo regalar una muestra de unos productos que hace mi vieja o les enseño cómo tienen que prepararlo. Mi vieja no consume aceite ni cannabis, pero hace cremas y aceites para regalarle a la gente del barrio”.

En SanviGrow el público también es variado. “Cada vez viene más gente grande, algunos que son abuelitos directamente. Ahí te das cuenta que hoy en día hay otra aceptación”, comentó a El Diario Sur el dueño del primer growshop de San Vicente, que aseguró que “El sector está en auge claramente y esto está recién empezando. Desde que abrí, se habla cada vez más del tema. El negocio fue buen visto y nunca tuve problemas con nadie”.

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“La industria del cannabis es grandísima. Se pueden hacer un montón de cosas con el cannabis. En Argentina va a dar muchísimo trabajo. Siempre les decía eso a mis amigos y me decían que estaba loco, que me iban a meter preso”, confesó el dueño de SanviGrow, quien consumidor de marihuana también se maneja entre los márgenes legales: “Yo estoy afiliado al REPROCANN y no cultivo más de lo permitido”.

Distintas formas de encarar un proyecto

La tendencia por los growshops es medianamente nueva y las ideas de implementarlo en la región suelen ser una novedad. El primer local de accesorios para el fumador de San Vicente surgió después de un viaje a Europa. “Había estado en Ámsterdam y me puse a pensar que en San Vicente deberíamos tener un local similar cerca. Ya para ese entonces éramos pasante los que cultivábamos y para comprar los productos había que irse hasta Lomas de Zamora. Después del viaje, vendí a mi moto y con esa plata hice la compra inicial para vender. Eso fue en julio de 2019 y vendía online desde mi pieza. Tenía unos muebles y nada más”, contó el dueño de SanviGrow, quien recién a principios de este 2022 decidió estar más visible al público.

En OG Groswhop, el proceso fue completamente distinto. “Nosotros no tenemos la mentalidad de hacer plata con esto”, contó Xavier, uno de los socios del growshop de Monte Grande. Y sumó: “Todo surgió como necesidad de conseguir la materia prima a un mejor precio del que la conseguíamos para así también vender a un buen precio para el resto. Sabemos que las cosas son caras y que a mucha gente joven que quiere cultivar se le dificulta”.

Contra la mirada ajena

Mientras el cambio cultural sucede, a veces no es fácil para los fumadores cargar con el peso de la mirada ajena. La historia del origen de SanviGrow no está exenta de los estereotipos. “Tuve que tener coraje para abrirlo, más que nada porque iba en contra de mi familia y del público que yo manejaba. Antes tenía una pizzería y un poco me pesaba lo que iba a decir el pueblo. Dejé de pensar en eso y mi novia me impulsó a tomar la decisión”, contó el dueño de la tienda. Que detalló: “En ese momento tenía 27 años. Nunca le había traído quilombos a nadie. Mi papá es muy conservador, mi mamá un poco más abierta. El día que decidí tener el growshop, caí con los productos a casa y les dije que me iba a dedicar a eso. Hubo unas caras largas, que con el tiempo se fueron cuando vieron que el negocio iba funcionando”.

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