Columnista | Manuel Nieto |

Editorial: la angustia de perder poder adquisitivo

Por Manuel Nieto. La certeza es la de una pérdida de poder adquisitivo, que por supuesto afectará con mayor crudeza a los pobres y a los trabajadores. Algunos tendrán que resignar consumos placenteros; otros, cantidad de calorías.

“Es todo un quilombo”. En la misma frase coincidían este viernes un operador del mercado financiero de la región y un comerciante que no sabía si subir o no sus precios ante la disparada del dólar blue, que al cierre de esta edición había quedado en 338 pesos, 100 pesos por encima que hace 20 días atrás, cuando se produjo la renuncia del ex ministro Martín Guzmán.

El “quilombo” es innegable. El dólar blue escala porque hay más oferta que demanda. Como los ahorristas tienen expectativas de inflación amplias, buscan cambiar sus pesos por dólares. Y al haber menos oferta –porque son pocos los que venden sus dólares- el precio cotiza más y más alto. Para los operadores de este mercado, la cantidad de consultas y operaciones se incrementó. También la “locura” de los ahorristas con la que deben lidiar.

Y entre la clase media, quienes no compran dólares, compran otros bienes. También por las expectativas inflacionarias, la gente con pesos disponibles busca anticipar consumos, desde zapatillas hasta aires acondicionados, y si es con tarjeta de crédito en cuotas sin interés, mucho mejor. También valen las latas de atún, el papel higiénico, la yerba, los fideos… Todo menos pesos en el “quilombo” de la economía nacional. La certeza es la de una pérdida de poder adquisitivo, que por supuesto afectará con mayor crudeza a los pobres y a los trabajadores. Algunos tendrán que resignar consumos placenteros; otros, cantidad de calorías.

Este cóctel de crisis, devaluación, inflación y pobreza se ve reflejado en la encuesta de “humor social” que realiza la consultora Poliarquía. El dato de esta semana es que este indicador, técnicamente conocido como Índice de Optimismo Ciudadano, marca 142 puntos negativos. Tuvo una caída intermensual del 22% y alcanza de esa manera el valor más bajo en la serie histórica, el piso total.

El principal adjudicatario es lógicamente el Gobierno y el oficialismo en general (es una obviedad aclarar que no son lo mismo). La aprobación de la gestión del Presidente Alberto Fernández cayó hasta el 31% y su imagen negativa personal se redujo al 24%. Por primera vez, Alberto le gana en imagen negativa a Cristina Kirchner. Y hay otra paradoja de números: el Gobierno mantiene una imagen negativa inferior a la intención de voto del oficialismo: es decir que hay votantes que si bien tienen un mal concepto de la gestión, consideran que es la opción “menos mala” de cara a una contienda electoral.

En el medio del descalabro, aparecen voces marginales con bidones de nafta en la mano. Juan Grabois, que mencionó la “sangre en la calle” e introdujo la palabra “saqueos” en la conversación pública, una situación que no se prevé en ningún lado. Otra: la diputada del PRO Sabrina Ajmechet, que responde a Patricia Bullrich, quien dijo que “estamos ante la oportunidad histórica de que el peronismo la estrelle” a la economía. Y el más insólito: el ex vicepresidente y ex gobernador Carlos Ruckauf, que pidió que el Gobierno adelante las elecciones.

Se trata simplemente de representantes marginales, con más intenciones de “pegar” títulos en los portales que de proponer soluciones para el país. La oposición debe tener en claro que la irresponsabilidad “no garpa”. Y que para solucionar “el quilombo”, solo sirven las instituciones.

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