Carlos Pagni suele citar el título de un libro del filósofo español José Ortega y Gasset, “El tema de nuestro tiempo”. Para Pagni, “El tema de nuestro tiempo” es la inflación, una problemática que afecta a los argentinos hace ya más de 15 años (el kirchnerismo intervino el INDEC para retocar los datos en 2007). Javier Milei logró encarnar esa demanda mejor que ningún otro dirigente político profesional, ganó las elecciones y lo trazó como prioridad en su plan de gobierno. Supo que los argentinos aceptarían un ajuste a los hachazos si veían que los precios se tranquilizaban.
¿La inseguridad desplaza a la inflación?
Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).
El acuerdo que el gobierno alcanzó esta semana con el FMI, por caso, ingresa en la zona de la “guerra contra la inflación” -para usar un slogan del fallido gobierno de Alberto Fernández. En el comunicado en el que anunció el envío de los detalles al Congreso, el Gobierno prometió que el acuerdo permitirá “fortalecer el balance del Banco Central, hito esencial para consolidar la estabilidad monetaria, financiera y macroeconómica y continuar con el proceso de desinflación y de liberación de las restricciones cambiarias”. Y agregó: “No existe asunto más necesario y urgente que terminar con la inflación que durante años les arruinó la vida a los argentinos”.
En esa premisa antiinflacionaria parece basarse todo su programa económico, incluso cuando desde varios frentes los especialistas señalan las inconsistencias del atraso cambiario. Es el fenómeno del “dólar barato” que genera que las playas cariocas estén llenas de argentinos y que, por ejemplo, en una carnicería de Villa Gesell me haya encontrado una bandeja de cerdo importado de Brasil. Los indicadores del sector industrial también dan señales de alarma en este sentido: el Monitor de Desempeño Industrial (índice MDI), utilizado para anticipar la evolución de la actividad manufacturera, se ubicó en 42,2 en enero, lo que marca su décima caída consecutiva y confirma la continuidad del rubro en zona de contracción.
La eventual calma de la suba de precios podría desplazarlo como el fenómeno más preocupante para la opinión. Y entonces, ¿cuál pasaría a ser “el tema de nuestro tiempo?”. Puede tener que ver con las problemáticas de empleo que genere el modelo Milei, pero si observamos lo que pasó durante las últimas semanas, ese tópico parecería ser el de la seguridad. A partir de la serie delitos escabrosos como el que terminó con el asesinato de la niña Kim Gómez en La Plata, la preocupación por la seguridad volvió al tope de la agenda. Y los dirigentes recogieron el guante. Milei lo usó para prepotear a Kicillof y encubrir el escándalo $Libra. El gobernador también lo incorporó a su mensaje en la apertura de sesiones de la Legislatura Bonaerense: prometió más recursos y presentó un proyecto para endurecer las penas por tenencia de armas. Los intendentes peronistas del conurbano, por su parte, lo mencionaron como eje de sus gestiones sus discursos ante los concejos deliberantes.
En el año electoral en el que la provincia de Buenos Aires se encamina a tener su elección separada de las elecciones nacionales, la discusión bonaerense pasará por la gestión de la seguridad. ¿La lucha política podrá derivar en mejores leyes, dispositivos de contención y más recursos para afrontar el drama que atraviesa a la gente? ¿O quedará reducido a una riña en la que oportunistas como José Luis Espert se llevarán todos los flashes pidiendo balas indiscriminadas para los delincuentes sin proponer ningún curso de acción viable? No hay muchas razones para ser optimistas, pero hacia allá vamos.
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