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La historia del payamédico de Lanús que lo dejó todo para ayudar a Bahía Blanca

El payamédico de Lanús Gabriel Craia, conocido como Duende, realizó el viaje para llevar distintos materiales. Fue clave para el emprendimiento el Club Podestá.

Las movidas solidarias por Bahía Blanca se extendieron a lo largo de las últimas semanas. Y en la región se multiplicaron para intentar ayudar a los damnificados. Entre todas ellas hubo una que tuvo como protagonista principal a Gabriel Craia, un payamédico de Lanús que coordinó un operativo que llevó un gran caudal de materiales al sur de la Provincia de Buenos Aires.

Para conseguir el objetivo fue vital el aporte de muchos vecinos, entre ellos los integrantes del Club Podestá, donde se juntaron desde ropa y productos de higiene pasando por alimentos no perecederos, artículos de limpieza y para armar botiquines sanitarios, todo con la premisa de brindarle un sustento a aquellas personas que lo perdieron todo a kilómetros de distancia.

"La verdad que se llevó de todo. Frazadas, camperas, ropa interior, comida para hacer ollas populares y muchas cosas más. En total se cargaron dos camionetas, un micro de larga distancia y un vehículo particular con tres trailers, con los que viajamos para allá", señaló el artista en diálogo con El Diario Sur, que destacó que, si bien hubo algunos inconvenientes durante el trayecto, "el viaje estuvo excelente por más que hayan sido muchas horas".

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En el viaje de ida en uno de los trailes reventamos tres veces una cubierta. La última vez, por caso, a 200 kilómetros del destino, y tuvimos que hacer ese tramo en llanta. La realidad es que llegamos a Bahía con un neumático en llanta", destacó.

Ya allí, entregaron los materiales y ayudaron con un operativo durante tres jornadas a lo largo de la semana pasada. Y puntualizó cómo surgió la idea para realizar la excursión: "Cuando vi que mucha gente tenía el impulso de ir pero no llevar las cosas ellos mismos, y la gente decía desde Bahía que había cosas que no llegaban, se me ocurrió armar, con más personas, esta especie de campaña solidaria y decir que viajemos directamente".

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"Me puse en contacto con los chicos de Renace la Provincia, una organización que siembre viaja a todos lados como voluntariado y empezamos a armar todo", agregó.

Y acá entra en escena el Club Podestá. "Puse un estado en Whats'app dicienco que jueves o viernes viajamos a Bahía Blanca y que cualquier colaboración era bienvenida. Y automáticamente me escribió Diego, del Club Podestá, y se sumó a la idea", afirmó.

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Diego es Diego Fraire, profesor de kickboxing en la institución lanusense y coordinador de varios emprendimientos ligados al vecindario. "Empezaron a juntar a comunidad abierta, con vecinos. Y fueron brindando donaciones. Fue la iniciativa de unos locos, nos juntamos, y nos fuimos para Bahía", aclaró, envalentonado.

Allá estrecharon lazos. Y entonces la intención es retomar otro viaje en el mediano plazo. "Salió todo muy bien y mI idea es volver a Bahía en poco tiempo", recalcó Gabriel.

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Y puso en consideración que volvió a Lanús con un integrante más en la comitiva. Se trata de Bahía, un perro perdido al que no pudieron encontrarle la familia y emprendieron retorno con él, ahora acompañando desde acá toda la organización de otros proyectos solidarios. "Nosotros fuimos a una parte donde todavía pasando los días había casi dos metros de agua y nos tuvimos que meter en kayak para ayudar a la gente arriba de los techos. Y la locura fue cuando tuvimos que sacar a un perro que se estaba ahogando, que hoy se llama Bahía. No encontramos a los dueños y desde allá nos lo trajimos y hoy nos acompaña a nosotros como un colaborador más. Nos hubiera encantado encontrar a la familia, no se pudo y entonces nos acompaña", aclaró.

"Fueron tres días y hoy todavía tenemos contacto con gente de allá, y obviamente queremos volver para estrechar un abrazo y hacer una olla popular pero esa vez para contar ya está todo bien y Bahía se recuperó", indicó.

Historia del payamédico

El alterego de Gabriel es Duende. A ese nombre artístico se lo pusieron los chicos. Y tiene una historia intensa detrás. "Colaboro con diferentes chicos en Lanús. Mi payaso, el Duende, va a visitar a chicos electrodependientes en la zona y con otras necesidades y la verdad que me gusta lo que hago. Suelo vestirme de payaso a ir a sacarle sonrisas a los chicos en los hospitales y en otros lugares también", sostuvo.

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Y añadió: "Es una labor difícil porque, cuando uno está triste y bajoneado, nada puede salir bien, y el payamédico está para sacar sonrisas. Un día sin sonrisas es un día perdido. Detrás de una sonrisa, con un poco de energía, te hace cambiar el día".

Ese trabajo no es sencillo por lo que implica. Y así lo hace saber el artista. "Aprendés a disociar porque estás frente a una realidad muy cruda. Y así desarrollo mi función y me gusta lo que hago. Siempre salgo a colaborar y a ponerle lo mejor a todos. No es la mejor labor de todas, pero es la que me toca. Y en los momentos en que sentis que está todo perdido, que alguien venga vestido de payaso y te dé un abrazo como voy siempre, es un montón", analizó.

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Gabriel es artista de circo desde los 14 años, principalmente malabarista. Hacía fiestas infantiles. Pero un día cambió todo cuando se cruzó con un nene, desde una ventana, en un hospital. "Yo no tenía idea que era un hospital, porque cuando se es pibe no le presta atención a esas cosas, y desde una ventana me llamaron unos nenes y me pidieron sacarme unas fotos. Y yo los miré extrañado porque pensé que era un chiste porque yo no me sentía un gran artista. Me acerqué a la ventana y me saqué, como digo yo, unas wachiselfies. Y se fueron acercando cada vez más chicos, y me saqué como 30 ese día", comentó.

Y añadió: "Ahí se me acercó una mamá y me agradeció diciendo que no se imaginaba lo que estaba logrando. Entonces me saqué la peluca, la nariz y le dije que no sentí que haya hecho nada, pero me insistió: 'sabés una cosa, a Tomi hace rato que no lo veía sonreir y vos te sacaste una foto y le sacaste una sonrisa. y eso para una mamá es un montón'".

"Ahí me cambió todo. Es una locura que uno lo vive cuando lo hace. Sacarle una sonrisa a una criatura en un estado crítico o ver un nene con cancer terminar a los 4 o 5 años y que vos llegás para tratar de darle un poco de alivio ante el dolor, desde esa locura salió el ser payaso voluntario de hospital. Y lo disfruto día a día", afirmó. Y cerró: "Lo de paya me encantó y lo disfruto desde siempre. Es algo que me enamoró y no lo puedo dejar de hacer".

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