Un informe publicado ayer por UNICEF arrojó un dato preocupante vinculados a pobreza infantil: dos de cada tres chicos son pobres en la Argentina, si se toma en cuenta no sólo la dimensión monetaria (ingresos) sino también no monetaria (alguno de sus derechos vulnerados).
Además, en el caso de la pobreza monetaria, el 90% de esos chicos viven en hogares en los que al menos un padre está empleado. Es decir, tener trabajo no alcanza para salir de la pobreza.
Pero se suma otro elemento que plantea un escenario poco optimista hacia el futuro: el presupuesto nacional dirigido a la niñez se reduciría en el 2023 en un 22,2% respecto del año pasado, contemplando la inflación, a no ser que el Ejecutivo nacional disponga ampliaciones presupuestarias durante el año.
UNICEF tomó los datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC del primer semestre de 2022. Según el organismo de estadística, el 51,5% de las niñas y niños son pobres por ingresos; es decir, viven en hogares en los que los ingresos de los miembros no alcanzan para cubrir la canasta básica de alimentos y servicios.
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Pero UNICEF agrega un análisis multidimensional de la pobreza, que evalúa privaciones de derechos que van más allá de la esfera de los ingresos. Esto es, un conjunto necesidades cuya satisfacción es un derecho y su insatisfacción, justamente, una violación de esos derechos para los chicos: educación, protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, agua segura y hábitat seguro. Por ejemplo, en lo que refiere a “hábitat seguro”, un niño que vive en una zona inundable sufre una privación moderada; uno que vive en una zona inundable y cerca de un basural, una privación severa.