Cuentan los conocedores de la política de San Vicente, que Brígida Malacrida, la intendenta que estuvo al frente de ese Municipio entre 1995 y 2007, tenía la posibilidad de hacer un alto en sus tareas –a las que atendía con indudable responsabilidad- y tomarse un rato para dormir la siesta. Ese hábito quedó sepultado para sus sucesores: el vertiginoso crecimiento del distrito de San Vicente en los últimos 15 años hizo del puesto de intendente un trabajo ultra demandante en cuanto a cantidad de horas para la gestión y para la política.
Por diferentes motivos, esta anécdota refleja la situación de muchos vecinos de San Vicente y de toda la región. La vieja y sana costumbre de la siesta, recomendada por estudios científicos que se difundieron recientemente, cada vez pierde más terreno ante agendas más cargadas, propias de los tiempos que corren. En ese sentido, la crisis económica tampoco es una ayuda.
Ante la repercusión que generó un estudio de la revista Obesity en el que se reafirman los beneficios que generan las siestas cortas para la salud metabólica, El Diario Sur consultó a diferentes vecinos de la región si tenían el hábito. La mayoría respondió que ya no, que no tienen tiempo para descansar luego del almuerzo.
Algunos comerciantes de Monte Grande, por caso, aseguraron que antes podían dormir la siesta, pero debido a la crisis económica actual debieron optar por mantener sus negocios abiertos abiertos durante toda la jornada. Otros todavía tienen el tiempo para dormir al menos unos minutos, pero su ritmo de vida les exige continuar realizando distintas actividades, como tareas domésticas.
En ese sentido, Fernando Ionno, un vecino de 53 años que tiene su dietética en Esteban Echeverría, comentó que cierra su local al mediodía y vuelve a abrirlo alrededor de las tres y media de la tarde. “En ese rato no duermo porque entre que almuerzo y capaz compro algunas cosas para el negocio se me va el tiempo”, explicó.
“Entre que hago cosas de la casa y almuerzo se me va la tarde, aunque me dan ganas de llegar y dormir todo. Necesitaría más de 20 minutos para descansar”, remarcó Alejandra Galarza, quien tiene 52 años y es dueña del local “Reina Gala”.
“Antes dormía la siesta, pero ahora el horario de trabajo es de corrido. El ritmo de vida es más movido”, sostuvo Giuliana Scasso, una vecina que trabaja en la tienda de ropa “Adorhadas” de Monte Grande. Y agregó: “Cuando llega la noche estoy cansadísima y me voy a dormir porque, como no tengo siesta, llego muerta”.
El cardiólogo Omar Prieto remarca la importancia de dormir “de corrido”
“El sueño es uno de los temas que más trascendencia tiene en el ámbito de la salud, ya que se ha demostrado que trastornos en el sueño tienen un impacto directo sobre la aparición de eventos cardiovasculares”, explicó en diálogo con El Diario Sur el cardiólogo echeverriano Omar Prieto.
En ese marco, el médico remarcó: “No sirve si no pudiste dormir bien de noche, compensarlo con siestas a la tarde o descansos durante el día, porque no hay un sueño continuo”.
Además, aseguró que dormir menos de 7 horas por día implica un 14 por ciento de probabilidad de padecer un evento cardiovascular. Sin embargo, si se duerme más de 10 horas, según el médico, esta posibilidad aumenta todavía más, alrededor de un 10 por ciento. Por ende, el tiempo que se debe dormir sería entre 6 y 9 horas diarias.
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