“Me encontraba estudiando la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, y como estudiante de situación de discapacidad visual veía como diversas herramientas de accesibilidad no se ponían en práctica. Ahí fue cuando quise ser docente para personas en mi misma condición”, contó Milagros, en diálogo con El Diario Sur.
“Delante de una persona hay una necesidad y diferentes herramientas para aprender. En realidad, en cuanto a la enseñanza me enfrenté a varias situaciones de dificultad, personas que no estaban preparadas, que decían que no se habían preparado para eso, que llamaban a una maestra de inclusión, siempre fue una barrera”, expresó la joven.
“Yo insistía hasta que lograba lo que necesitaba cuando iba a la escuela, a veces lo lograba, a veces no. Antes había otra mirada, incluso en vez de preguntarme a mí, le preguntaban a la persona que estaba al lado mío como si yo no pudiera hablar”, agregó Milagros.
Justamente es ese tipo de situaciones las que trató de evitar la joven de San Vicente cuando se sumó a estudiar el profesorado en Educación Especial, que ya está terminando de cursar y que está ejerciendo desde julio en la Escuela 505 de Monte Grande. “Cada estudiante es distinto, todas las edades y niveles, porque yo trabajo con todos los niveles, hay cosas que reforzar y para modificar”, expresó Milagros sobre su trabajo.
“Cuando uno se está por recibir tiene distintas herramientas que cuando estás hace mucho tiempo quizás no tenés tiempo para seguir investigando, para preparar cosas nuevas.
Por eso estoy tratando de poner en práctica lo que aprendí, el trabajo en conjunto con todas las áreas que quizás antes no se daba”, explicó la joven.
En cuanto a su experiencia en relación con la accesibilidad en la vía pública Milagros relató que “hay pocos lugares realmente preparados para personas con discapacidad aunque también depende del entorno que rodea a la persona en ese momento”. En ese sentido, rememoró las veces en las que preguntó a alguien que estaba junto a ella en una parada de colectivos cuál era la línea que venía y no le respondió nada.
“Los carteles en braille no sirven porque tocar los carteles sin saber lo que hay es complicado. Hay que fijarse en el diseño de las calles, de las veredas. La realidad es que se tiene que motivar y ayudar a las personas con discapacidad”, finalizó Milagros.
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Milagros Álvarez, joven docente de San Vicente
La mamá de un nene con autismo de Ezeiza cuenta su experiencia
Andrea Sarabia tiene 46 años y es la madre de Iván, un chico de 13 años, al cual le diagnosticaron autismo a los 4 años. “Él fue un bebé con conductas normales como cualquier otro nene, desde el nacimiento hasta el año y medio aproximadamente, después de eso empezó a desconectarse y focalizarse solo en sus intereses”, recordó la mujer que vive en Ezeiza junto a su hijo.
“Empezó el jardín a los 4 años, a la semana me llamaron porque no seguía consignas, solo quería apartarse de todos y estar en el parque. Se mostraba muy alterado, como queriendo escapar de ese lugar”, contó Andrea, que luego llevó a un psicólogo a Iván y fue diagnosticado con un trastorno en el espectro autista.
“Yo conocía muy poco, no lo entendía, no entendía sus berrinches. Hasta que fui aprendiendo, las terapeutas me fueron enseñando, él me fue enseñando y nos fuimos entendiendo”, destacó la mujer.
En cuanto a la vida cotidiana de Iván, Andrea expresó que “en la escuela especial, adaptada a su condición, con menos chicos en la sala y un ambiente más tranquilo, se empezó a conectar, a seguir consignas y a integrarse mejor, fue un alivio el cambio y a pesar que en un momento sentí la discriminación, entendí que en ese ámbito estaba tranquilo y se lo veía bien”.
En ese contexto, aseguró que en todo este tiempo “su evolución es muy evidente a pesar de que aún hay muchas cositas por trabajar y pasó de ser un niño desconectado, alterado y sin lenguaje, a ser un adolescente con un lenguaje fluido. Lee y escribe obsesivamente a la perfección”. Y agregó que “en lo pedagógico está muy bien, incluso podría pasar a escuela común, pero por esas conductas no sería conveniente”
“Le gusta mucho la tecnología, juega a los videojuegos, le gusta mucho estar en el jardín, los animales y editar videos para subirlos en su canal es su pasión, no le alcanzan las horas del día para hacerlo”, manifestó Sarabia sobre lo que hace Iván en su tiempo libre.
Finalmente, Andrea definió su experiencia como madre de un chico con autismo. “Al principio que te digan que tenés que hacerle un certificado de discapacidad es una tragedia, pasas por todos los sentimientos, la negación, al principio, el duelo y luego lo aceptas y ahí todo cambia”, reveló. “Le conocés cada cosita que tuviste que aprender para entenderlo. Ahora disfruto la vida junto a mi hijo como cualquier madre y con más énfasis en cada logro impensado que sucede”, completó.
“El autismo no es fácil, pero se puede, hay que trabajar más pero se logra todo”, concluyó Andrea.
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Iván tiene 13 años y fue diagnosticado con autismo a los 4.
“Para nosotros el trabajo también es un derecho”
Natalia Andrea Olazabal tiene 49 años, vive en Monte Grande y es ciega desde los 18, después de sufrir un accidente automovilístico. “Desde entonces mi vida pegó un giro de 180 grados total”, expresó en diálogo con El Diario Sur.
Actualmente, la vecina se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) y, además, es Trabajadora Social y Técnica en Minoridad y Familia, justamente egresada de la misma casa de estudios donde ahora trabaja. “El dar clases es una de las experiencias más hermosas que tengo, es algo que me hace feliz, no solo por el intercambio con los estudiantes, sino porque es uno de los ámbitos en donde tal vez encuentre menos limitaciones para poder ejercer y desempeñarme”, sostuvo Natalia.
En ese sentido, aclaró: “Si es cierto que para los alumnos tener a un docente ciego genera cierto asombro y tal vez los primeros momentos son de romper el hielo hasta que entiendan que no hay diferencia, que nos podemos comunicar de la misma manera”. “Como docente y para la vida diaria por distintas cuestiones uso diferentes aplicaciones como Facebook, Instagram y una computadora convencional a la que solo se le instala un lector de pantalla y con eso toda la actividad se hace mucho más sencilla”, comentó la vecina.
“Puedo ejercer gracias a la gente, a mis docentes, al decano de la Universidad de Lomas a distintas personas que han confiado y han creído en mí”, sostuvo Natalia. Y concluyó: “Para nosotros, las personas con discapacidad, el empleo también es un derecho y dignifica. A veces se trata de confiar y de dar la oportunidad para sorprenderse de lo maravilloso que es lo que el otro puede hacer”.
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Natalia es ciega desde los 18 años.
Realizarán varios eventos en la región por concientizar sobre la discapacidad
Para conmemorar el Día Internacional de las Personas con Discapacidad los municipios de la región tienen preparados diversos eventos con el objetivo de concientizar sobre la temática y propender a terminar con la discrminación y cualquier otra situación que impida la integración de los vecinos con discapacidad.
El Municipio de Almirante Brown llevará adelante este viernes 1°, sábado 2 y domingo 3 de diciembre el VIII Festival por el Día Internacional de las Personas con Discapacidad en la Plaza Brown de Adrogué, una iniciativa interdisciplinaria que este año incluirá la tradicional “Carrera por Tod@s”, muestras y espectáculos culturales con un cierre de lujo a cargo de Dancing Mood.
Por su parte, en San Vicente se celebrará un Encuentro Recreativo y de Sensibilización Comunitaria, que se llevará a cabo el próximo lunes 4 de diciembre de 9 a 13 hs en el Polideportivo Municipal Padre Múgica, ubicado en el cruce de la Av. América y Ruta 210, en la localidad de Alejandro Korn.
El evento se realizará por tercera vez en la comuna y está organizado por la Agencia Municipal de Inclusión y Discapacidad (AMID) y la Secretaría de Desarrollo de la Comunidad de San Vicente.
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En Almirante Brown realizarán una nueva edición de la Carrera por Todos.
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