Profesor de fútbol en el Club Deportivo San Vicente, empleado en la histórica fábrica Kickers, auxiliar en la Escuela Agraria, almacenero en Gualeguaychú, fanático de Racing… Pero, sobre todas las cosas, un vecino entrañable, lleno de amigos en San Vicente. Ese fue Alejandro “Tato” Castiglione, quien falleció este viernes a los 66 años de forma repentina, y llenó de congoja a sus allegados.
El adiós a Tato Castiglione, un querido vecino de San Vicente que dejó una huella
Tato Castiglione, un querido vecino de San Vicente, falleció este viernes a los 66 años. Dolor en la comunidad.
Nacido en San Vicente, “Tato”, como todos lo conocían, se crio en una familia humilde. Su pasión por el fútbol lo llevó a ser profesor de equipos infantiles en el Club Deportivo y en el CEF. También trabajó en la fábrica de calzados Kirckers (que se ubicaba donde ahora está el supermercado Changomas) y fue portero en la Escuela Agraria N°1 de San Vicente. En todos los ámbitos cosechó grandes amigos y recuerdos, con su indisimulable bondad, siempre al servicio de sus vecinos.
El amor lo llevó a dejar San Vicente en un momento de su vida. Fue cuando se casó con Miriam, una mujer de Entre Ríos con quienes estuvieron al frente de un almacén en Gualeguaychú. El negocio se llamó “La Academia” y estaba pintado con los colores de Racing. Años atrás Miriam falleció y Tato regresó a San Vicente.
En el pueblo se instaló en su casa de la calle Rodríguez Peña junto a su inseparable hermana Mary, y se reencontró con algunos grandes amigos. Con Daniel Nieto salía a caminar todas las mañanas por la laguna. Con “Tito” García, que es hincha de Independiente, se asociaron cada uno a su clásico rival, para poder ir juntos a ver los partidos de local del Rojo y de la Academia.
“Tenía un corazón de oro. Fue un buen hermano, buen amigo, buen vecino, buen marido. Él estaba para todos, por eso lo quería todo el mundo”, recordó su hermana Mary en diálogo con El Diario Sur. “Tato” falleció este viernes de forma repentina, mientras dormía. Entre su gente dejó una huella de ternura que nunca se borrará.
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