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DUEÑOS Y PROTAGONISTAS DEL CAMBIO

Macri quedó preso de su única estrategia electoral: polarizar, a todo o nada. Él esperaba polarizar con Cristina Fernández. No contaba (con la astucia) del otro Fernández, ni con su estrategia de abrir el espacio a peronistas que habían huido del kirchnerismo. Ahora sacan pecho bajo un slogan tácito: “el cambio éramos nosotros”.

En mayo de 2018 la Argentina festejaba un acuerdo de 55.000 millones de dólares con el FMI. Único e histórico, señalaban pomposamente algunos de comunicación. En esta página me preguntaba entonces: “¿por qué celebrar un endeudamiento, con tasas por las nubes y dólar en alza”. El entonces ministro Dujovne decía que era mejor negociar con una economía fuerte (como él suponía que teníamos en ese momento) y el jefe de gabinete repetía sin cesar: “no hay por qué temerle al Fondo. El Fondo es otro, cambió”.

En ese momento escribí en la editorial del 20 de Mayo (recuerdo, de 2018): ”Si el endeudamiento es el precio a pagar para mantener el gradualismo, ¿dónde nos lleva finalmente el gradualismo, ¿cuándo se termina?, ¿hacia dónde va? ¿con qué termina? ¿No sería sano que eso también se difundiera?” Tenía más preguntas que respuestas, aunque casi siempre es así. A menos de un año y medio de aquel apasionado romance con el mercado económico financiero mundial, parece ahora un “error de juventud”.

Desde entonces tuvimos un par de devaluaciones y una escalada de la cotización del dólar que nos golpeó el bolsillo y la moral por igual. Resulta que el actual ministro Lacunza intenta reconquistar la confianza internacional rota, para que se produzca el prometido desembarco de 5.500 millones de dólares, que para nuestra actualidad sería algo similar a encontrar agua en el desierto. Augusto Costa es economista (amigo de Axel Kicillof), y suena como posible ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires si triunfa el Frente de Todos en tres semanas.

Durante el último gobierno kirchnerista estuvo al frente de la secretaría de Comercio Interior previo a su paso a Cancillería. Fue el creador de los “precios cuidados” y acaba de presentar un libro titulado: “Todo precio es político”. Allí sostiene que bajar la inflación llevará al menos 5 años y señala al gobierno como el principal responsable de no encontrar las herramientas para frenar una situación que iba a ser muy fácil de resolver pero: “...que se le fue de las manos”.

Sin embargo, descarta que estemos ante una posible hiperinflación a la vuelta de la esquina. A esta altura de o c t u b r e los mercados ya descontaron (con el resultado de las PASO) que el futuro va de la mano de los Fernández. Y tanto Alberto (candidato a presidente) como sus voceros económicos, tuvieron distintas reuniones donde se mostraron especialmente preocupados por trasmitir tranquilidad, mientras que a la vez afirmaban que iban a tomar “todas las medidas que haya que tomar”.

Promedia la recorrida en 30 ciudades con las que el presidente Macri quiere convencer (y autoconvencerse) de que “sí, se puede”. Aún cuando todos los encuestadores (tanto los contratados por el oficialismo como por la oposición) sostienen que su suerte está echada, el Presidente se aferra a la experiencia de las PASO, cuando le decían que las encuestan le daban bien y terminó recibiendo un golpe de knock out. ”¿Si se equivocaron antes, por qué no se volverían a equivocar ahora?”, suele repetir entre sus más próximos.

Sin embargo, en los pasillos de la Casa Rosada se respira despedida. De hecho, dos jefes de prensa de funcionarios con rango ministerial, ya se reubicaron en el sector privado, descontando la derrota electoral que viene. El mayor desafío próximo se plantea en dos tiempos, 1) lo que suceda (en plan transición) entre el 28 de octubre y el 9 de diciembre y 2) cuáles serán las primeras medidas que anuncie y ejecute el nuevo gobierno. En promedio los 6 encuestadores con más trayectoria en elecciones presidenciales arrojan una ventaja de casi 20 puntos a favor de los Fernández, que superarían el 50% el 27 de octubre. Los más optimistas del espacio Todos hablan de “una elección histórica que sepultará para siempre los intentos neoliberales”.

Macri quedó preso de su propia y única estrategia electoral: polarizar, a todo o nada. Claro que él esperaba polarizar con Cristina Fernández, a quien le tenía preparada una artillería discursiva y legal cuyas consecuencias le permitirían soñar con la reelección. No contaba (con la astucia) del otro Fernández, ni con su estrategia de abrir el espacio a peronistas que habían huido del kirchnerismo, convocados a “refundar la Argentina mediante una tercera República”, según sus palabras. Ese espacio sumó a gobernadores distanciados con Cristina Fernández, a Massa y hasta el propio Florencio Randazzo (hasta hace poco enemigos declarados de la ex presidenta) que ahora sacan pecho bajo un slogan tácito: “el cambio éramos nosotros”.

Buena semana.

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