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Historias de Country, por Edgardo Fornero: Pitón, Gorostodi y los otros. Capítulo 2

Edgardo Fornero es vecino de Canning y autor de la novela "La bahía de San Francisco". Este es el capítulo 2 del cuento por entregas "Pitón, Gorostodi y los otros"

-¿Tomás un cafecito, Pitón?

-Gracias, Beba, recién acabo de desayunar- contestó el visitante -¡Dale, Cachito, movete que nos está esperando el Profesor!

-¡Qué hincha pelotas que es ese Profesor! Los domingos son para la familia, no para andar jodiendo a los amigos.

-El Profe es un tipo ubicado, Beba. Si nos citó es porque debe haber algún problema importante.

-De problemas importantes tengo el archivo lleno- repuso Gorostidi mientras se calzaba la campera.

-¡Epa!- se sorprendió Pitón -A qué viene esa carucha lagorio?

-Preguntale a tu ahijada

-¿Umita?.. ¿Qué pasa, muñequita? Contale al padrino. ¿Qué problema importante le estás causando a tu papá?

-Mejor que te lo cuente el señor ermitaño.

-¡Uma!.. más respeto con tu padre- la reconvino Beba.

-Dejala… Prefiero contárselo yo. ¿A que no sabés lo que tu ahijadita nos pidió para el cumpleaños de quince?

-Una Harley Davinson.

-¡Ojalá!... Quiere meterse dentro de un quirófano para que le llenen los pechos de siliconas.

-¿Y vos qué problema te hacés? ¡Pasale el balurdo al Tano Cirrincione!

-¡Qué!... ¿Acaso el Tano Cirrincione se recibió de médico?

-No. Pero si las cuentas no me fallan el hijo es el novio de Uma. A ver si nos entendemos, Cacho -Pitón Nardone se apoyó un dedo en la cabeza.

-Las tetas son como las castañuelas: las paga el que las va a tocar.

-Qué animal que sos Pitón!...

-¡A mi hija nadie le va a pagar nada!- estalló Beba -Y menos un ranfañoso como Cirrincione.

-¡Mamá, podés dejar de meterte en mi vida, querés!.. ¡Termínenla! Yo sola voy a juntar la plata. Aparte, hace más de dos meses que dejé de salir con el estúpido de Cirrincione.

-A mí me caía bien- opinó Gorostidi en voz baja.

-Bueno, no discutamos más el tema. Todavía falta un año- terció Pitón.

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El cuento de Edgardo Fornero transcurre entre vecinos de countries de Canning.

El cuento de Edgardo Fornero transcurre entre vecinos de countries de Canning.

-La casa del Profesor Hortigosa disponía de un quincho totalmente independiente donde se solían celebrar cenas y reuniones con amigos. Su sabiduría y su conducta intachable lo habían investido de un prestigio colateral a su condición de docente universitario.

Cuando Pitón y Cachito entraron al quincho se encontraron con los habitués de costumbre.

-¿Qué pasa que tardaron tanto?- Quiso saber Coqui Celoria.

-Venimos de un desayuno un tanto complicado- se justificó Pitón señalando a su compadre Gorostidi.

-Dale, Cachito. Tiranos una pista de tus últimos rounds con Beba- pidió Beto Cantalépore.

-Esta vuelta no es Beba- aclaró Pitón -Se trata de un caprichito de mi ahijada. Pero por si eso fuera poco, aquí como lo están viendo, nuestro amigo esta mañana fue amenazado de muerte…

-¡¡Nooooo..!!- exclamó la platea al unísono -¿Y se tiene alguna idea de quien puede ser el agresor?

-Todo se sabe, amigos- contestó Pitón con una chispa de ironía brillando en sus ojos.

-Batí, Cachito. Dale. No nos dejes en ascuas. Cantá quién es el malnacido que lo vamos a ir a buscar.

Gorostidi hizo un paneo por la platea y tras una breve pausa confesó con voz de ultratumba:

-El marido de Azucena.

Todos se miraron, pero nadie se animó a emitir opinión. Lo de Azucena y Cacho traía mal olor desde el arranque.

El silencio se apoderó del quincho hasta que al Profesor se le dio por hacer una consulta técnica:

-¿Y está buena esa Azucena?

-Es un cornalito- soltó Pitón -Si le saca la cabeza todo lo demás sirve.

-Tren delantero y baúl terminados a mano- agregó Piatti como al pasar.

-¡Seamos respetuosos con la dama! -pidió el Profesor- ¿Y puede saberse donde se conocieron?

-En la carnicería de Sargento Cabral- completó su informe Pitón- Dale, Brad Pitt, contale vos que sos el novio...

-Fue un domingo a la mañana- dijo Gorostidi a media voz -Yo tenía el número 98 y ella el 99.

-¿Y por qué número iban en el mostrador?

-Por el 42.

-¡Ejem!- carraspeó Hortigosa -Tiempo suficiente para encender el fuego.

-Eso justamente fue lo que me pidió. Porque había ido a comprar el asado pero no sabía cómo hacerlo.

-¡Extraordinario!.. Y ahí nomás usted se ofreció para darle clases.

-Bueno, en realidad la que me llevó a la casa fue ella. Cuando llegamos estaba la hija en la cocina.

-¡Caramba!... Tenía a la hija en la casa ¿Y qué fue lo que dijo la niña cuando lo tuvo frente a frente?

-Me dijo que estaba en cuarto grado.

-¡No, boludo!... Lo que el profe te está preguntando es cómo te blanqueaste delante de la piba...

-Ahh... Noo.. Le conté que era el dueño de una fábrica de espirales en Cañuelas. Para mosquitos.

-Como usted podrá apreciar, Profesor- Pitón Nardone se puso solemne.

-Estamos ante el caso de un hombre que afortunadamente reniega de ir al gimnasio. Porque, digámoslo con todas las letras, si Cachito entrenase un poco nos encontraríamos ahora ante el campeón mundial de los pelotudos.

Edgardo Fornero

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