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La Memoria y la rebelión (fiscal)

Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).

Otra semana en la que la intensidad política de la Argentina alcanza niveles febriles. Hace tan solo unos días, un diputado nacional, José Luis Espert, convocaba a una “rebelión fiscal” en la provincia de Buenos Aires y recibía el aval del Presidente de la Nación. El tema da para escribir un par de papers serios: la excentricidad de un jefe de Estado que llama a desobedecer la ley a cielo abierto; el riesgo de jugar con fuego y que los contribuyentes dejen de pagar también los impuestos nacionales; la larga historia de la lucha entre el gobierno federal y el de la Provincia que tiene capítulos sangrientos, como el de la sangrienta batalla de Barracas de 1880 entre fuerzas nacionales y bonaerenses por el control de la Capital; la presión tributaria exagerada e inviable que caracteriza a la Argentina de los últimos años.

En un país normal, esa pelea a tres voces que representaron Espert, Milei y el gobernador Axel Kicillof hubiera representado un escándalo mayor. Habrían tomado trascendencia, por caso, las declaraciones del titular de ARBA, Cristian Girard, que aseguró que no hay una caída representativa de la recaudación y recomendó a los contribuyentes mantenerse al día, porque llegado el caso de la ejecución por parte del fisco Espert no va a estar ahí para pagar los intereses o los honorarios de los abogados. De hecho, trascendió que el diputado tiene al día los impuestos de sus propiedades en territorio bonaerense. Haz lo que yo digo, pero etc.

Lo que queda claro es que este no es un país normal. Por eso el episodio de la rebelión fiscal duró un par de horas, hasta la siguiente locura. Entre inundaciones en el Conurbano, una interna aguda entre el Presidente y la vice y un magro aumento del 12,5% de las jubilaciones, el Gobierno se permitió esta semana un nuevo capítulo de su batalla cultural contra el progresismo. Así que este domingo estamos todos a la expectativa de cómo será el spot con el nuevo relato oficial en relación al feriado por el 24 de marzo. ¿Teoría de los dos demonios? ¿El clásico no fueron 30 mil? ¿El curro de los derechos humanos? ¿O alguna variación del tipo “a los militares se les fue la mano pero no tanto”? Cualquiera de esas líneas narrativas que adopte el gobierno sería verosímil.

Conservo la esperanza (humilde) de que el oficialismo, por lo menos, reivindique la democracia, el sistema en el que Javier Milei pudo triunfar gracias a que logró esa especie de milagro que es sintonizar con una época y alcanzar la representación popular. Y encima lo hizo con chauchas y palitos: ni con mega aparatos proselitistas ni con tanques en las calles. Un gobierno que llegó al poder por esos medios austeros debería ser el primero en poner en valor las urnas y el mensaje del Nunca Más.

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