En Ezeiza, hace casi diez años, un grupo de mujeres comenzó a escribir una historia que hoy abraza a cientos de chicos y familias. La llamaron Mamis Solidarias, pero el nombre quedó chico para todo lo que hacen: alfabetizan, acompañan, contienen, construyen y alimentan.
Diez años de ternura organizada: la historia de Mamis Solidarias en Ezeiza
Lo que comenzó como una colecta para una escuela rural creció hasta convertirse en una red de contención que encarna el espíritu del Día de la Madre durante todo el año.
Todo comenzó cuando Laura Furman, vecina del distrito y actual presidenta de la ONG, convocó a otras vecinas de Ezeiza y Canning para ayudar a una escuelita rural. Entre ellas estaba Paula García, periodista de TN y Canal 13, que recuerda en diálogo con El Diario Sur: “Empezamos con una colecta, usamos Twitter para pedir cosas y la respuesta fue tan grande que en la escuela nos pidieron que frenáramos. Entonces entendimos que podíamos hacer mucho más”.
Esa chispa solidaria se transformó con el tiempo en una red con más de 120 voluntarias y voluntarios. La pandemia las encontró activas, llevando comida, tareas impresas y palabras de aliento a los hogares más vulnerables. Hoy sostienen talleres de alfabetización, espacios de acompañamiento psicológico, apoyo escolar y proyectos comunitarios en barrios de Zona Sur y también en comunidades guaraníes de Misiones.
Así lo asegura Cecilia Fernández Cerazo, otra de las colaboradoras de la organización, que se hace tiempo para el trabajo solidario. “Aportar un granito de arena si uno puede y si cuenta con tiempo es muy bueno. No todos tenemos tiempo, a veces es difícil organizarse, pero me parece que para los chicos es fundamental que tengan un espacio y un apoyo”, expresó
Su lema “Poquito es mucho” resume una filosofía que trasciende el asistencialismo. “Creo que lo que nos unió, todas teníamos nuestras actividades solidarias por su lado, es el hecho de encontrar que todas coincidíamos en cómo entendemos la solidaridad, que la entendemos como el compartir lo que tenemos, no dar lo que nos sobra, sino el compartir lo que tenemos y creo que eso fue lo que nos unió”, expresó Paula.
Y esa idea resume el espíritu que este domingo, Día de la Madre, cobra un significado especial: la maternidad como acto de comunidad, empatía y esperanza.
Quienes quieran conocer más sobre la ONG, pueden hacerlo a través del Instagram @mamis.solidarias y mediante la página web www.mamissolidarias.org.ar.
De un tuit a una red solidaria
El origen de Mamis Solidarias parece una anécdota, pero resume el poder de las redes y del encuentro vecinal. En 2014, Laura Furman necesitaba ayuda para una escuela rural de Ezeiza y recurrió a su entorno. Una de las primeras en sumarse fue Paula García, quien desde Twitter pidió donaciones. En pocos días, la respuesta superó todas las expectativas: la escuela se llenó de útiles, juguetes y alimentos.
Esa primera experiencia mostró que había algo más grande por construir. Las “mamis” comenzaron a recorrer barrios cercanos, a conocer familias y a detectar necesidades concretas. Nació así una red que combinó empatía, organización y comunicación. “Nos dimos cuenta de que la solidaridad también se aprende”, dice Paula.
“Y así empezamos recorriendo el barrio, acá el Tala, otros barrios. Arrancamos en Esteban Echeverría con un merendero. Y al principio lo que hacíamos, también desde la inexperiencia, era ganas de ayudar, pero nos faltaba experiencia”, aseguró la periodista.
Hoy, con sede propia en Ezeiza y presencia en varias localidades de Zona Sur, Mamis Solidarias celebra una década de crecimiento sostenido. Sus fundadoras, muchas de ellas madres, insisten en que el nombre no excluye a nadie: “Somos mamás, tíos, abuelos, hombres y mujeres con ganas de ayudar”.
La educación como motor
En los primeros talleres, las voluntarias descubrieron algo que las marcó: muchos chicos tenían sus carpetas prolijas, pero no sabían leer ni escribir. Esa realidad dio origen a uno de los programas más valiosos de Mamis Solidarias: los talleres de alfabetización en contextos de vulnerabilidad.
Con el tiempo, las voluntarias se capacitaron y armaron grupos para acompañar a los chicos de manera personalizada. “Aprender a leer también es aprender a creer en uno mismo”, resume Andrea Lurachi, psicopedagoga y lic. en Ciencias de la Educación.
“Actualmente estoy trabajando con tres nenes, haciéndoles un poquito de orientación, evaluándolos y trabajando un poco también las dificultades que tienen de aprendizaje”, indicó Andrea, que se sumó a Mamis Solidarias hace pocos meses cuando se jubiló en su trabajo.
“Hay que estar atentos a cuando vienen los chicos, principalmente vienen al apoyo escolar y entonces ahí empezás a detectar un montón de otras cosas que por ahí hacen falta”, señaló la vecina. “También se les hace una entrevista antes de ingresar, entonces en la entrevista hay, en la conversación surgen por ahí necesidades sociales, necesidades económicas, que no se pueden conseguir en un hospital y acá se pueden hacer”, completó.
Cada tarde, el centro comunitario de Ezeiza se llena de voces, cuadernos y mate cocido. Los chicos hacen la tarea, leen cuentos, dibujan y aprenden a comunicarse. Detrás de cada avance hay una red que enseña y escucha.
“Lo fundamental es el trabajo en equipo”
Para Rocío Rodríguez, psicóloga del equipo de Mamis Solidarias, “la terapia es un espacio de vinculación, sostén y contención”. Desde hace cuatro años coordina junto a otros profesionales el área de salud emocional, un pilar central del proyecto.
El trabajo no se limita a lo individual: el equipo detecta casos de vulnerabilidad, articula con escuelas y acompaña a las familias. “Trabajo con poblaciones vulnerables desde que me recibí. Así que desde que me sumé pensé en acompañar y a poner mi granito de arena”, señaló Rocío.
“El vínculo es hermoso, el vínculo con los chicos es hermoso. Vienen, cumplen con el espacio, a veces cuesta un poco más, pero es eso”, relató la psicóloga que forma parte de la organización solidaria de Ezeiza.
Los talleres funcionan de lunes a sábado y combinan atención psicológica, apoyo pedagógico y orientación familiar. El objetivo es que cada chico encuentre un espacio de confianza y palabra. En ese clima, muchas veces, aparecen las historias que necesitan ser escuchadas.
“Creo que para trabajar en población con niños y para trabajar cuando hay tanta carencia, a veces no solamente económica, sino de un montón de otros aspectos, lo fundamental es el trabajo en equipo”, planteó Rocío, que está hace cuatro años en Mamis Solidarias.
Puentes hacia Misiones
El compromiso de Mamis Solidarias no se detiene en el Conurbano. Desde hace siete años, un grupo viaja periódicamente a Misiones, donde acompañan a comunidades guaraníes y dos escuelas rurales.
“Una de las cosas que hacemos todos los años es prestar colaboración en las comunidades de pueblos originarios de Misiones, a dónde vamos unas cuantas veces por año a realizar diferentes tareas solidarias con ellos”, aseguró Cecilia Fernández, una de las voluntarias.
Allí construyeron viviendas, instalaron agua y luz, sostienen merenderos y un programa de refuerzo alimentario para chicos de 1 a 15 años. También impulsaron un plan de acompañamiento educativo que hoy permite que 50 jóvenes cursen la secundaria y que dos de ellos estén en la universidad.
“Al principio fue difícil, pero con el tiempo construimos un lazo de confianza muy fuerte”, cuenta Paula García. “Es una cultura totalmente distinta a la nuestra, así que tuvimos que trabajar para que ellos nos conozcan a nosotros, y nosotros los conozcamos a ellos”, agregó.
Cada año realizan entre cinco y seis viajes para mantener el contacto. El próximo será a fin de mes, con voluntarias que se preparan desde hace meses. “Allá trabajamos mucho en lo que es infraestructura, hicimos viviendas, agua, luz, internet, lo básico. Acompañamos con programas de alimentación y sostenemos allá dos merenderos, en comunidades como Igotío Caray y Mainumbí”, finalizó Paula.