El escritor norteamericano Sam Shepard publicó en 1982Crónicas de Motel. Entre sus páginas se encuentra un breve texto tituladoEl país de la radio, sobre un guitarrista que consideraba la radio su “amiga” personal, apreciando no solo la música, sino también su voz distintiva y sintética. Esa voz generaba la ilusión de proximidad con individuos distantes, al punto de dormir con el aparato y creer en un enigmático “País Lejano de la Radio”. El texto explora la profunda conexión emocional y casi mística que una persona puede establecer con un medio como la radio, transformándola en algo más que un simple dispositivo: en una entidad viva y un refugio imaginario.
El país de la radio y los asistentes virtuales
Por Francisco Monzón (@flmonzon).
Escuchar la AM de madrugada todavía genera esa conexión. Mientras la mayoría duerme, hay gente trabajando: personal médico o de seguridad, serenos, taxistas o camioneros que recorren las rutas del país. Y también hay trasnochadores, gente solitaria que se refugia en esa compañía sonora que vuelve las horas menos tediosas. Sin ser muy riguroso con la muestra, me aventuro a decir que la mayoría de esa audiencia pertenece a la tercera edad.
Esa función social que cumple la radio encuentra hoy una competencia importante en las distintas versiones de inteligencia artificial que tenemos a disposición. La IA generativa se popularizó en los últimos dos años, pero vale recordar que Apple lanzó el primer asistente virtual en 2011. SIRI venía integrado al iPhone 4S y, aunque introdujo la función de interactuar por voz, fueron pocos los que comprendieron que se abría una nueva época.
En poco tiempo, los grandes jugadores tecnológicos sumaron sus asistentes virtuales: Amazon con Alexa, Samsung con Bixby, Microsoft con Cortana y Google con Assistant. A partir de la experiencia hogareña con cada uno de ellos, y con las posibilidades abiertas por ChatGPT, muchas personas comenzaron a “humanizar” las interacciones: charlas cotidianas, pedidos de consejos y, como vemos hoy, incluso terapia virtual.
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La vida en soledad de los adultos mayores es un problema relativamente reciente. Antes era más común la interacción de tres o cuatro generaciones en el mismo hogar. El desarrollo tecnológico extendió esa sensación de aislamiento a todas las franjas etarias: herramientas que prometían más y mejor comunicación terminaron instalando, en muchos casos, la sensación de aislamiento social. Más vinculados por la tecnología, más solos en el mundo real.
Una de las aplicaciones más polémicas es Replika, un chatbot con interfaz escrita y de voz que permite generar un compañero virtual que puede actuar como mentor, confidente, pareja o terapeuta. Fue muy comentado el caso de la escritora Sara Megan Kay, que narra en sus textos cómo se “comprometió” con el avatar que creó a medida.
Los expertos recomiendan comprender cómo funciona esta tecnología para evitar confusiones: no se interactúa con un humano. Las respuestas se basan en modelos predictivos y buscan agradarnos o ponernos de buen humor. Algunas experiencias negativas encendieron las alarmas. Incluso la Autoridad de Protección de Datos de Italia sancionó a la empresa por tratamiento ilícito de datos personales, por la falta de verificación de edad —lo que permitía que la usaran menores— y por el potencial peligro para personas emocionalmente vulnerables.
Así como ya existe conciencia de que la IA puede generar fake news, estafas o delitos digitales, hay que agregar una nueva posibilidad: el “fraude emocional”. Todos necesitamos contacto cotidiano con otras personas, su atención y su empatía. Pero muchos no tienen cubierta esta necesidad básica. La tecnología entra en escena con chatbots, robots cada vez más parecidos a los humanos o incluso robots-mascotas. Se trata de paliativos, alivios temporales que en ningún caso reemplazan el vínculo humano. Ese vínculo, que a pesar de la distancia, todavía se construye en las madrugadas entre un conductor de radio sonámbulo y su audiencia.
Como docente, comparto con mis alumnos una frase de Theodore Roosevelt al comenzar cada ciclo lectivo: “Haz lo mejor que puedas, con lo que tengas, donde estés”. Como sociedad debemos evitar la estigmatización de las personas que utilizan estas herramientas digitales. No están locos ni son tontos: son personas normales que tratan de hacer lo mejor que pueden con lo que tienen a mano.
¿Aceptaremos en el futuro cercano que un amigo nos diga que está enamorado de una IA, como pasa en la películaHer? Podemos imaginar futuros más o menos distópicos, pero tengamos presente que siempre nos queda la posibilidad de volver al país de la radio, donde encontraremos algún humano empático con una oreja atenta o nos podremos enamorar de una voz sin rostro.