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Clonazepam y circo

Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).

Un Sergio Massa que busca “deskirchnerizarse” cada vez más, y un Javier Milei que ensaya, desde los modos, una versión algo más light, sin gritos, más cercano al “estilo macrista”. En esa están los dos candidatos que esta noche, desde las 22, se enfrentarán en el último debate antes del ballotage, y que puede ser definitorio en una elección en donde los pocos indecisos que quedan tienen la llave para inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro.

El Massa deskirchnerizado se viene formateando desde las PASO. La campaña se centra en él. Sin Cristina ni Alberto ni Máximo, figuras que, a la hora de ir a buscar los votos del centro, son un lastre. Desde el entorno del ministro de Economía hacen trascender que, en su eventual gobierno, buscará convertirse en el jefe indiscutido del peronismo, y que, a diferencia de Alberto, apuntará a ejercer con plenitud su poder, sin subordinarse a Cristina. Dentro de esa estrategia de construcción de liderazgo se enmarcaría su proyecto de gobierno de “unidad nacional”, convocando a sectores que para el kirchnerismo duro resultarían exasperantes. Una incógnita que aparece es qué rol tendría La Cámpora ante ese reparto de cargos: hoy la agrupación de Máximo disfruta de una fuerte presencia en las “cajas” más importantes del Estado Nacional, como Anses, PAMI, AFIP y Aerolíneas Argentinas.

La campaña de Unión por la Patria también se esfuerza por mostrar un Massa familiero, serio y presidencial. Es para contrastar con la imagen de Milei como una persona inestable, con problemas de salud mental, vínculos poco usuales con su familia y que podría desbordar ante la responsabilidad de ser presidente de un país enloquecido como la Argentina.

En el equipo del libertario, la mayor certeza que se percibe es la de llevar a Milei a un perfil anti kirchnerista más clásico. Es su apuesta para quedarse con la mayor cantidad posible de los votos que sacó Patricia Bullrich en la primera vuelta, y que son los que necesita para convertirse en presidente. La realidad viene al auxilio de esta estrategia, con la inflación por las nubes, el deterioro del poder adquisitivo de las familias y también los escándalos institucionales, como la reciente revelación de espionaje ilegal con funcionarios vinculados a La Cámpora, el caso “Chocolate” en la Legislatura Bonaerense y la ya clásica imagen de Insaurralde en su yate. Si bien no está claro que las acusaciones de corrupción puedan tener impacto electoral, sí le permiten al eje Macri – Bullrich – Milei cohesionar su discurso opositor.

En lo que hay menos claridad en el campamento libertario es acerca de cuánto se modera la figura de Milei. Se perciben dudas respecto de si conviene que tenga una discurso más razonable, sin las excentricidades y la autenticidad que en realidad fueron el valor que le permitió destacarse. Milei parece estar atravesado por esta disyuntiva, por eso no grita más en las entrevistas, como si al león le hubieran dado clonazepam, pero a su vez repite que Lula Da Silva es un comunista corrupto y que no tiene intenciones de tener relaciones diplomáticas con Brasil, Rusia ni ningún otro país que no esté en su línea ideológica, algo que podría tener implicancias catastróficas para la economía argentina. Esa obstinación en sus ideas extremas se suma al protagonismo de la candidata a vice, Victoria Villarruel, con posiciones cada vez menos claras respecto de la dictadura y sus vínculos con militares condenados por delitos de lesa humanidad.

En ese contexto, muchas figuras históricamente asociadas al anti kirchnerismo, como Jorge Lanata, Baby Etchecopar, Graciela Fernández Meijide o Luis Brandoni anunciaron públicamente que están convencidos de no votar a Milei. Los periodistas Jorge Fontevecchia y Ernesto Tenembaum, con una trayectoria muy crítia del kirchnerismo, llegaron un paso más lejos y contaron que votarán a Massa y que ven con extrema preocupación un eventual gobierno de Milei.

Termino con lo más importante: mi abrazo para todos los compañeros canillitas, que este 7 de noviembre festejaron su día. Aunque ya no los vea todos los sábados, como cuando me tocaba hacer el reparto en San Vicente, sé que siempre tienen un mate a mano, los diarios a disposición para ser hojeados, algún chiste picante. Si estás leyendo esto en el diario impreso es porque uno de ellos se levantó tempranísimo para hacer su trabajo, como todos los días: ¡démosles las gracias!

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