Casi tres años después de haber estado al borde de la muerte en un naufragio en el Mar Caribe, el vecino de Banfield Emilio Mendoza, docente de Historia en Lomas de Zamora, volvió a demostrar que la perseverancia puede más que cualquier obstáculo: debutó en una carrera de rally y terminó segundo en su categoría.
Banfield: el docente que sobrevivió a un naufragio en el Caribe ahora corrió su primera carrera de rally
Desde Banfield, el docente que sobrevivió a un naufragio logró debutar en el rally y alcanzó un sorprendente segundo puesto tras meses de esfuerzo.
Mendoza, que durante cuatro años recorrió América Latina en moto hasta perder todo en aquel accidente marítimo, hoy está instalado nuevamente en Lomas, trabajando en escuelas de la zona. Pero nunca dejó sus proyectos vinculados a los viajes, la historia y las motos. “Trabajo tres días en la escuela y el resto lo dedico a este proyecto”, contó.
El impulso de sus alumnos
La idea de competir surgió casi por casualidad. Emilio subió a sus redes una entrevista y un alumno le preguntó si no se animaba a correr, insinuando que quizá la edad era un límite. “No era la edad —contestó Emilio—, pero no sabía si podía. Cuando me lo dijo, me pareció que estaba bueno mostrarme a mí mismo que podía intentarlo. Y después entendí que también podía servir como ejemplo para otros”.
Con 40 años, en un deporte donde muchos pilotos empiezan a retirarse, el desafío parecía enorme: conseguir una moto, entrenar físicamente, prepararse psicológicamente y reunir el dinero para participar. “Correr no es barato, pero a veces sembrando alrededor de uno mucha gente buena, todo se hace más sencillo”, relató.
Y así fue: amigos, pymes, emprendimientos locales y vecinos que compraron merchandising y rifas lo ayudaron a juntar el dinero para la inscripción. También le prestaron una moto. Con todo listo, se lanzó a una preparación exhaustiva de apenas dos meses.
El logro del segundo puesto
El resultado superó sus expectativas. Durante los dos días de competencia avanzó posiciones sin querer mirar los tiempos. “Pasé del último al octavo lugar para largar el segundo día y ahí me di cuenta de que estaba andando bien”, recordó. En la etapa final, un rival le avisó que ya nadie podía alcanzarlo por detrás y que delante tampoco llegaría a la punta. Solo le quedaba cuidar la moto y terminar.
“Fue cumplir un sueño”, dijo. “Pero también fue demostrarme que se puede, que no hay edad para perseguir lo que uno desea, y que aunque parezca lejano, el esfuerzo te acerca. A veces se da, a veces no, pero no hay otra forma que luchando”.
Durante esta semana, volvió a las aulas y compartió la experiencia con sus estudiantes, esos mismos que lo animaron a intentarlo. "En enero mi plan es empezar un nuevo viaje para seguir recorriendo Argentina", concluyó Emilio. Quienes quieran conocer más sobre él pueden hacerlo a través de su Instagram @xlasvenasdeamericalatinaenmoto.
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El naufragio del vecino de Banfield
“Cuando te dicen nos hundimos es un momento de shock. Fue un lapso de 10, 15 segundos en que se hundió el barco”, había relatado Emilio, en un diálogo con El Diario Sur sobre el naufragio, que tuvo lugar en febrero de 2023, cuando estaba cruzando la frontera entre Panamá y Colombia. “En el agua había 6 personas, los primeros 40 minutos estuvimos buscando algo de donde agarrarnos. La embarcación llevaba mucha carga de productos de mercancías para supermercados y demás”, continuó sobre el inicio de la terrible experiencia que vivió.
“Nos agarramos a un cajón de pollo muy grande que flotaba bien, el agua nos empezó a dispersar cuatro quedamos en ese cubo y otros dos quedaron separados de dos puntas distintas. Tuvimos que aguantar el oleaje que solo parecía que nos bajaba 6 metros y nos subía 6 metros”, destacó.
Después vinieron casi 20 minutos en los que tuvo que sortear diferentes obstáculos que venían del propio barco hundido ya que el agua movía la mercadería que había en el buque – botellas, garrafas, pallets- que volvían todavía más peligrosa la estadía en el mar. “Fue la parte que más temí por mi vida. Estábamos en una zona de rompiente. La ola venía y te revolcaba por abajo del agua y después salías a flote con el chaleco”, aseguró Emilio.
En medio de esta situación, una comunidad indígena, los Kuna Yala, llegó hasta el lugar donde estaban los náufragos y los rescató. “Nos trajeron a tierra en una de esas embarcaciones típicas de documentales hechas de tronco cavado, con un motor atrás estuvimos en una aldea de 20 casas”, rememoró el docente. Después de permanecer durante un tiempo en el poblado indígena los náufragos fueron encontrados por el SENAFRONT, organismo similar a la Prefectura Naval en Panamá, que los devolvió a la capital del país.
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