Qué difícil es intentar explicar la Argentina. A veces, tan difícil como entenderla.
¿Cómo explicar la Argentina?
Ricardo Varela.
Esta semana sucedió la anunciada presentación del fiscal Luciani. Después de meses de investigación y más de tres toneladas de pruebas (según afirmó), pidió múltiples condenas entre las cuales están los 12 años prisión e inhabilitación perpetua para ejercer la función pública a la ex presidente y actual Vice, Cristina Fernández.
Hasta aquí nada que no se esperara, salvo la precisión de los años de condena solicitados. Para la ex presidente tampoco fue inesperado, de hecho un día antes había comunicado públicamente algo que sabía que no prosperaría judicialmente: ampliar su declaración indagatoria.
Esa negativa la “habilitó” a una suerte de cadena nacional en la que formuló el martes su descargo. CFK dijo sentirse una “boluda”, acusó a los fiscales de no haber trabajado ni presentado ninguna prueba contundente, afirmó que su condena ya estaba escrita de antemano y contragolpeó de una manera absolutamente inesperada. Para ejemplificar la persecución judicial a la que estaría siendo sometida, presentó screenshots de intercambios de whatapp entre Julio López (ex funcionario del Obras Públicas de su gestión) y Nicolás Caputo (empresario y amigo personal del expresidente Mauricio Macri). Más allá que denotan cierta “familiaridad” o “confianza” entre ellos, esos mensajes no aportaron ninguna prueba contundente de corrupción, pero la vicepresidente fue más allá. Afirmó que la justicia “dejó de tirar del ovillo (en la causa de los bolsos de López en el convento) cuando el ovillo terminaba en ellos”. CFK asegura que consultado el tesoro de los EEUU sobre los fajos de dólares termosellados (parte de los 9 millones incautados en el convento) fue enviado desde EEUU al banco Finansur (propiedad de Caputo). “Allí se terminó la investigación, con un solo condenado”, afirmó. Extraña (pero más vieja que el viento) fue la forma que eligió para defenderse, atacando… . Algunos leyeron: “todos fuimos corruptos, pero sólo se investiga a algunos”.
A esto le siguieron marchas “espontáneas” que sin el más mínimo conocimiento de los tiempos y recursos de la Justicia, querían “festejar la condena por corrupción”. Y otras convocadas y organizadas que prometen defender “a la jefa”. La realidad es que la chance de una eventual próxima condena no implicaría de ningún modo la inmediata detención de la ex presidente, que tiene recursos legales para dilatar ese supuesto por meses e incluso años.
Sin embargo, esta situación realza y convoca la épica de la grieta y el enfrentamiento. Una vez más. De las dos puntas del ovillo.
El Poder Ejecutivo sacó un comunicado oficial mostrando su preocupación y condenando el actuar del Poder Judicial.
El presidente de la Nación ofreció una entrevista “aclaratoria” en TN en la que se metió en una infeliz ¿comparación? entre Nisman y Luciani que solo le generó más dolores de cabeza. El viejo axioma periodístico dice “no aclares que oscurece” y el presidente Fernandez se la pasa aclarando, mientras su gobierno oscurece.
Entre las preocupaciones que deja este tema aparecen algunas arengas de diferentes referentes del arco político/social/sindical que no pueden pasar inadvertidas. Las propuestas van desde piquetes permanentes y guardias imperiales en la casa de la vicepresidente, hasta puebladas y convocatorias a mega marchas o “quilombos”. Todo bastante poco saludable.
En tanto, la oposición declara indignación y pide bajar el nivel de confrontación y violencia mientras Cristina pelea como los campeones de boxeo: en el centro del ring. Los expertos en este deporte dicen que es fácil saber quién es el campeón y quien el retador en una pelea. “Solo te hace falta un round para saber que el campeón pelea en el centro del ring y el retador da vueltas a su alrededor como loco intentando meterle una mano”. Parodiando la situación: Cristina siempre se las arregla para estar en el centro del ring.
Último párrafo para la otra pata del triunvirato gobernante. El flamante superministro Sergio Massa aprovecha esta “distracción” de la opinión pública para avanzar con ajustes y aumentos en los servicios públicos (que en realidad dice no son aumentos, sino “redistribuciones de subsidios”). La campaña Massa 23 también avanzó con gestos al campo a cambio de promesas que debieran terminar en liquidación de sus dólares guardados, que inyecten liquidez y sumen confianza. En este sentido, durante la semana, subieron las acciones argentinas en la bolsa de Nueva York y bajo el riesgo país…
Inexplicable Argentina. La institucionalidad política y judicial cruzadas por amenazas, descalificaciones y acusaciones. La economía intentando poner el tren arriba de las vías.
Todo ocurre ante la anomia de mucha gente que resolvió que nada lo sorprenderá. Nunca jamás.
Buena semana.