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No soy de aquí, ni soy de allá

Por Nico Varela (@nicoevarela).

El cometa 3I/Atlas, oficialmente catalogado como C/2025 N1 Atlas, ha desatado una inusitada controversia global, situándose en el centro de un debate que recorre todo el espectro de la divulgación, partiendo de científicos reconocidos en todo el mundo hasta llegar a las más extrañas teorías conspirativas. Les cuento.

Este cometa fue observado por primera vez el 1 de junio de 2025 por el sistema de alerta ATLAS, un sistema de telescopios repartidos por todo el mundo. Uno de estos telescopios está en Chile, y fue desde allí que se vio este objeto tan particular, reconocido por toda la comunidad científica como, simplemente, "raro". En principio porque se trata de un cometa interestelar, es decir, que viene de otro sistema que no es nuestro Sistema Solar y está de paso. Es el tercero de este tipo que se ha detectado desde la Tierra, aunque tampoco se parece en nada a los otros dos.

Su singularidad radica en una serie de anomalías que desafían los modelos convencionales de observación de roca espacial. A diferencia de otros visitantes interestelares, el 3I/Atlas, que posee un tamaño estimado de entre 300 metros y 5 kilómetros, irrumpe en nuestro sistema solar siguiendo el mismo plano orbital que los planetas. Además, su velocidad es vertiginosa, alcanzando los 200.000 kilómetros por hora, lo que lo convierte en el cometa más rápido jamás observado desde la Tierra. Se estima, además, que podría tener unos 11.000 millones de años de antigüedad, mientras que el universo completo apenas tiene 13.800 millones de años.

Hasta aquí un objeto más, que en principio no tendría que pasar por la tierra. Pero 3I/Atlas ha despertado la imaginación y llamado la atención de los medios del mundo, en gran medida, gracias a la figura de Abraham Loeb, un astrónomo de la universidad de Harvard que dedicó su vida a estudiar el universo, agujeros negros, el 'Big Bang' y otros fenómenos similares con reconocimiento científico comprobado. No fue hasta hace algunos años que Loeb decidió dar un giro audaz como científico para dedicarse enteramente a la búsqueda de vida extraterrestre. Loeb ha colocado a Atlas en el centro de su hipótesis más polémica: podría no tratarse de un cometa sino de una nave tripulada o al menos dirigida desde algún otro punto de origen. Para eso, destaca una serie de elementos que de coincidir descartarían casi por seguro la posibilidad de que se trate de un cometa inanimado.

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Principalmente destaca la órbita ya mencionada, su proximidad relativa a planetas como Marte, Venus y la Tierra (cuyo mayor acercamiento ocurrirá el 19 de diciembre a 270 millones de kilómetros) , y una composición química inusual. La estela de gas de Atlas muestra una proporción ínfima de vapor de agua (solo un 4%) y un exceso de dióxido de carbono y níquel, elementos fundamentales en procesos industriales terrestres, según la perspectiva del investigador. Pero la más destacada es la coincidencia entre la dirección del cometa y la famosa "Señal Wow!". La señal Wow! es una señal de radio detectada por primera vez en el año 1977, y lleva ese nombre porque el investigador que la descubrió, Jerry Ehman, marcó la hoja de papel con un circulo y escribió "Wow". Atlas parece estar siguiendo, hasta el momento, exactamente la misma dirección que tenían las señales de Wow!.

De todas maneras, y aunque el consenso científico dio por cierto todo lo mencionado hasta recién, es necesario imponer cierta cautela. El propio Loeb reconoce que la probabilidad más alta, hasta la fecha, es que se trate de un fenómeno natural. El análisis estadístico post-hoc que utiliza para sustentar sus tesis ha sido criticado como una "trampa" lógica que confunde y exagera. La comunidad científica enfatiza que, aunque Atlas es un enigma, sus rarezas pueden ser explicadas por fenómenos naturales aún no comprendidos.

La confusión mediática alcanzó su punto cúlmine con la noticia de la supuesta activación de un "protocolo de defensa planetaria" por parte de la NASA, y acá sí toca tomar el papel de aguafiestas. Lo que realmente ocurrió es que la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) —un organismo creado por la ONU que incluye a la NASA— inició el octavo "ejercicio de observación". El objetivo es aprovechar la prolongada observabilidad de 3I/Atlas para entrenar a los equipos en la difícil medición de la trayectoria de cometas, cuya cola de gas y polvo complica el cálculo. Incluso cabe destacar que esta red IAWN se dedica a estudiar la posibilidad de que objetos naturales impacten la Tierra, y no tiene ninguna relación con protocolos ante posibles visitas de vida extraterrestre.

En definitiva, más allá de la fantasía de las naves alienígenas, el 3I/Atlas es un desafío fascinante para la astrofísica. Un objeto que, por su rareza y antigüedad, obliga a revisar modelos y que, como señalaba el joven físico español Javier Santaolalla (de quien obtuve la información para esta columna), despierta el asombro más primario del ser humano: el deseo de encontrar algo o alguien "más allá" para mitigar la "soledad del héroe", sin dejar de lado el miedo a lo desconocido.

Mientras tanto, de vuelta en el planeta tierra, continúa desarrollándose con normalidad el experimento más extravagante que se haya hecho sobre seres humanos: la Argentina libertaria. Seguiremos informando.

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