Javier Milei parado sobre una tarima, rodeado de gobernadores que recibieron la indicación de ir estrictamente vestidos de negro al acto en el que se firmó (en julio) el Pacto de Mayo. Javier Milei arriba de un tanque del Ejército en el desfile militar del 9 de Julio, jugando con una ametralladora, con expresión divertida, junto a la vicepresidenta Victoria Villarruel. Javier Milei acusando de golpista al Banco Macro, propiedad de la familia Brito, históricamente ligados a la carrera política de Sergio Massa.
Milei en la fase de la híper comunicación
Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).
Son solo tres de las escenas que protagonizó esta semana el Presidente. Con su apuesta por la simbología, las acciones coreografiadas entre las redes sociales y los medios tradicionales, y los mensajes que buscan retroalimentarse con los sentimientos de bronca e indignación que anidan en la golpeada sociedad argentina, el Gobierno ya no hace comunicación, sino híper comunicación.
No es algo tan novedoso en el populismo. Ahí estaban las tertulias diarias de 6-7-8 en el kirchnerismo para librar la batalla contra “los medios hegemónicos” durante la etapa 2010-2015. Ahí están las fotos de Hugo Chávez posando con armamento militar y combatiendo al imperialismo desde su programa televisivo “Aló Presidente”. La comparación es extrema porque Milei no tiene ninguna ligazón real con las fuerzas armadas (más allá de Villarruel, con la que mantiene una relación muy tirante).
La imagen en el tanque tiene mucho más de meme o de persona común que se entusiasma al ver el desfile que de amenaza al orden democrático. Las sensibilidades más progresistas pueden sentirse provocadas al ver una reivindicación de las fuerzas armadas de parte de un Gobierno con posiciones polémicas en relación al terrorismo de Estado de los años 70. Pero la provocación hacia quienes Milei considera “zurdos” parece ser justamente la intención. Así se explican otras acciones simbólicas, como el cierre del Salón de las Mujeres de la Casa Rosada que se hizo, justamente, el Día de la Mujer.
Los esfuerzos de la híper comunicación parecen aumentar al mismo tiempo que el Gobierno resigna o posterga objetivos en el frente económico. Parafraseando a Alfonsín, Milei hasta ahora “no pudo, no supo o no quiso” dolarizar, privatizar empresas públicas, bajar impuestos o levantar el cepo. Todos los cañones apuntan a bajar la inflación y alcanzar el equilibrio fiscal. La marca de inflación de 4,6% en junio que se conoció este viernes representa una meseta con respecto al 4,2% de mayo, pero el ministro de Economía Luis Caputo confía en retomar la tendencia descendente. El costo es una recesión de enormes dimensiones, con implicancias sociales que van a seguir profundizándose, al menos hasta que llegue el ansiado rebote de la actividad.
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